El 6 de
julio os daba descanso de estas mis peroratas con el fin de que el verano los
disfrutarais en esas cosas banales, pero no menos importantes. Esas que hacen
encontrarse con amigos, tener que mojarse algo más de lo recomendado el cuerpo
por aquello de la flama y algún imperativo familiar playero, hidratarse con
líquidos fermentados… En fin lo propio del tiempo de estío.
El
verano ha sido de los que hacen historia, según lo visto, sufrido y oído por
aquellos que en el pueblo siempre le echan la culpa al tiempo, y que son los
que más saben del asunto: los mayores, perdón los más mayores.
A parte
de la temperatura climatológica, la otra, la social, tampoco ha estado mal,
sobre todo si el pulso se toma en la celebérrima Carrera de San Jerónimo.
Volvemos
a las propiedades del otoño/invierno, y el tiempo sí ha cambiado, lo otro,
sigue igual o peor.
Si
empezamos por aquellos que siguen en funciones, nada digno a destacar; cada uno
a lo suyo, el Presi paseando por los campos de su Galicia con el braceo
hiperbólico, el resto no está ni se les espera, algunos entregando medallas y
bastones de mando a tutiplén a tallas, los hay queriendo reconquistar Gibraltar…,
en definitiva, están a la espera de ver pasar a Santiago Nasar, aquel que
tampoco se enteraba de nada en la obra de García Márquez.
Los del
70 de Ferraz en su batalla particular, sabemos por hemerotecas que no es la
primera vez que andamos revueltos, pero me da a mí que en esta ocasión nos va a
costar levantar el vuelo y sobrevolar la gaviota. Unos quieren parecerse a los
que les aprietan por abajo, otros dejar a los que nos presionan por arriba; o
sea como el jamón y el queso en los bocadillos, iba a poner “sándwich"
pero me he arrepentido. A mi parecer si somos consecuentes con lo defendido
hasta ahora, aquello que se apruebe en el órgano superior es lo que se debe
asumir; antes seguro que también había díscolos con lo acordado, pero se
respetó aquello que se aprobó y…; mejor me callo.
No
penséis que los de villa abajo están mucho mejor que los otros, algo sí, pero
no mucho. Entre que los “pablistas” y los “errejonistas” no se ponen de acuerdo
en los símbolos dáctilos, que si están en contra de los aforamientos y luego
votan NO al suplicatorio de algún privilegiado, en fin que el verano pasó y la
vida sigue igual.
¡A otra
cosa mariposa! Leo que en Tailandia, cierto que algo lejos sí que está, su
futuro Rey ha nombrado mariscal a su perro, lo que me hace recordar a aquel
“Incitatus”, caballo de la Hispania, que fue nombrado senador por un tal
Calígula. En los últimos tiempos se ha ganado con respecto al aprecio por los
animales, cosa de la que me alegro, otra cuestión es querer humanizar a los
animales, cuando hay tantos humanos que está deshumanizado. Debemos
respetarlos, incluso algunas personas quererlos, pero no me resulta a mí poner
a ningún animal por delante ni por encima de ningún ser humano, seguro que
alguien no está de acuerdo, pero mi respeto hacia él, como el que pido que se
me tenga a mí.
Para ir
terminando esta mi primera matraca, voy a proponer que se modifique lo que se
conoce como primero de año, está bien eso de las Navidades y toda su excesiva
parafernalia, pero que sería de nosotros sin el comienzo del curso escolar, el
comienzo del curso político, sin las inauguraciones de los cursos
universitarios, sin la vuelta al trabajo de los afortunados que lo tienen, y
sobre todo de ese pomposo acto de la apertura del año judicial, lo que provoca
en mi cada año un prurito agudo por aquello del boato, cuando lo que debería
eran empezar a ponerse de acuerdo, como los árbitros de fútbol, en cómo
aplicar, ya no el reglamento, sino las Leyes. Lo digo por aquello de que donde
la Ilustrísima Alaya veía gato encerrado, ahora su sustituta, la no menos
Ilustrísima señora Bolaños, manda archivar la pieza, y en este caso no es pieza
de caza.
Así que
propongo que en enero celebremos el comienzo del calendario aquel que propició
Gregorio XIII con todo lo que ello significa; y luego en septiembre el resto de
los comienzos, y eso que en los últimos tiempos echo en falta aquel bombardeo
de anuncios televisivos de fascículos y colecciones que cada año por la
sementera se hacían públicos. ¿O será que ya no veo la televisión? ¡Será eso!
No hay comentarios:
Publicar un comentario