El porqué de Poste Cabildo

El Poste Cabildo es un pilar que sustenta dos arcos porticados de la Plaza de Garrovillas de Alconétar. En tiempos fue lugar donde se reunían los muchos clérigos de la villa para tomar decisiones. Algún tiempo después sostenía las espaldas de los jornaleros que esperaban el dedo apuntador para conseguir un jornal. Yo quiero que este Poste sea lugar para mis reflexiones, compartidas o no, e invitaros a criticarlas.


miércoles, 26 de octubre de 2016

El hábito no hace al monje

Si pongo como referencia la fecha del 27 de febrero de 1981, a la mayoría de aquellos que aún se pueden mojar la barriga, la fecha le resultará poco o nada llamativa; a los que ya nos cuesta humedecernos las rodillas, incluso en el mes de agosto y con 40 rayitas de las de Anders Celsius teñidas de añil,  si forzamos la memoria fotográfica, veremos una Glorieta de Embajadores a rebosar de gente clamando eslóganes contra la asonada producida el día 23 anterior.

Este aprendiz de pendolista, que por aquellos entonces trajinaba por el foro, fue uno de los que consiguió llegar a la cola de la manifestación. Por mor del destino llevaba una camisa azul; de regreso a casa en la línea cinco del metro, unos mozalbetes, más de cinco y muy valientes ellos, además con la testosterona subida por aquello que venir de donde yo venía, al ver mi camisa la confundieron con las que unos años atrás, bastantes diría yo, las usaban algunos como uniforme de sus “creencias”, a las que le añadían unas flechas con algo más en rojo y cantaban himnos bronceando su cara. La verdad que tuve miedo, y cuando volví a casa comenté que no volvería a usarla más, ya no por los resultados, sino porque no me confundieran con quien ni por asomo yo tenía similitud alguna con esa simbología.

Pasado el tiempo se me olvidó el hecho y volví a utilizar el azul, siempre defendí que los colores no son patrimonio de nada ni de nadie, aunque algunos se aprovechen de ellos para diferenciarse. Días atrás en mí pueblo, un amigo de los de siempre me dijo: “¡chacho me parecías un falangista!”, volvía a ir de azul, color que por cierto es el que más me gusta; yo le respondí con la frase hecha de: “¡el hábito no hace al monje!”

Viene toda esta perorata, y perdón por la petulancia, a la utilización de circunstancias personales y temporales para hacer sangre a terceras personas a asociaciones,  a organizaciones…, y aquí es donde me tengo que explicar; el cuento viene porque días atrás se leía y escuchaba que cierto personaje había cometido un supuesto maltrato contra su mujer, cosa que ya de por sí es grave, no, gravísimo; pero claro la noticia se magnificaba cuando se añadía que el interfecto era concejal de un partido político. Pues esto a mi entender sobraba, bastante tenía ya con ser supuesto acosador. Lo de añadidura ni lo exime ni lo culpa más de lo que en sí llevaba el hecho.

Otro tanto le pasó a aquel monje, que sin hábito pero por pertenecer a la benemérita, se aprovecha de la noche y de la compañía de algún correligionario del “bebercio”, y cuando en Pamplona otros estaban de diversión, ellos se lo montaron con la víctima del caso. ¡Valientes ellos! Volvíamos a oír y leer la noticia con el añadido de que uno se vestía de verde oliva y se ceñía tricornio acharolado. Pues me da a mí que esto sobraba, ellos eran machos machotes.

Claro que eso de escudarse en la nocturnidad o detrás de pasamontañas y caretas aunque sea de día, en la Autónoma y en la puerta del aula Magna que lleva el rótulo de Tomás y Valiente, les hace a algunos muy pero que muy “valientes”. Lugar dónde la palabra debe imperar y ser el medio de debate e incluso de disputa, consiguieron con su “valentía” imponer sus vociferantes diálogos y acallar a quienes habían que haberles escuchado y después interpelado llegado el caso.

Pero volvemos a lo del hábito y el monje, las caretas que son el símbolo y la imagen de la interpretación, del teatro y la tramoya, ellos la usaron para hacer su propio teatrillo, convirtiéndose  en los protagonistas y bajando el telón sin haber comenzado el primer acto.

¡Ay, cuánto monje suelto y los conventos a punto de la ruina!

miércoles, 19 de octubre de 2016

Principio de año

El 6 de julio os daba descanso de estas mis peroratas con el fin de que el verano los disfrutarais en esas cosas banales, pero no menos importantes. Esas que hacen encontrarse con amigos, tener que mojarse algo más de lo recomendado el cuerpo por aquello de la flama y algún imperativo familiar playero, hidratarse con líquidos fermentados… En fin lo propio del tiempo de estío.

El verano ha sido de los que hacen historia, según lo visto, sufrido y oído por aquellos que en el pueblo siempre le echan la culpa al tiempo, y que son los que más saben del asunto: los mayores, perdón los más mayores.

A parte de la temperatura climatológica, la otra, la social, tampoco ha estado mal, sobre todo si el pulso se toma en la celebérrima Carrera de San Jerónimo.

Volvemos a las propiedades del otoño/invierno, y el tiempo sí ha cambiado, lo otro, sigue igual o peor.

Si empezamos por aquellos que siguen en funciones, nada digno a destacar; cada uno a lo suyo, el Presi paseando por los campos de su Galicia con el braceo hiperbólico, el resto no está ni se les espera, algunos entregando medallas y bastones de mando a tutiplén a tallas, los hay queriendo reconquistar Gibraltar…, en definitiva, están a la espera de ver pasar a Santiago Nasar, aquel que tampoco se enteraba de nada en la obra de García Márquez.

Los del 70 de Ferraz en su batalla particular, sabemos por hemerotecas que no es la primera vez que andamos revueltos, pero me da a mí que en esta ocasión nos va a costar levantar el vuelo y sobrevolar la gaviota. Unos quieren parecerse a los que les aprietan por abajo, otros dejar a los que nos presionan por arriba; o sea como el jamón y el queso en los bocadillos, iba a poner “sándwich" pero me he arrepentido. A mi parecer si somos consecuentes con lo defendido hasta ahora, aquello que se apruebe en el órgano superior es lo que se debe asumir; antes seguro que también había díscolos con lo acordado, pero se respetó aquello que se aprobó y…; mejor me callo.
No penséis que los de villa abajo están mucho mejor que los otros, algo sí, pero no mucho. Entre que los “pablistas” y los “errejonistas” no se ponen de acuerdo en los símbolos dáctilos, que si están en contra de los aforamientos y luego votan NO al suplicatorio de algún privilegiado, en fin que el verano pasó y la vida sigue igual.

¡A otra cosa mariposa! Leo que en Tailandia, cierto que algo lejos sí que está, su futuro Rey ha nombrado mariscal a su perro, lo que me hace recordar a aquel “Incitatus”, caballo de la Hispania, que fue nombrado senador por un tal Calígula. En los últimos tiempos se ha ganado con respecto al aprecio por los animales, cosa de la que me alegro, otra cuestión es querer humanizar a los animales, cuando hay tantos humanos que está deshumanizado. Debemos respetarlos, incluso algunas personas quererlos, pero no me resulta a mí poner a ningún animal por delante ni por encima de ningún ser humano, seguro que alguien no está de acuerdo, pero mi respeto hacia él, como el que pido que se me tenga a mí.

Para ir terminando esta mi primera matraca, voy a proponer que se modifique lo que se conoce como primero de año, está bien eso de las Navidades y toda su excesiva parafernalia, pero que sería de nosotros sin el comienzo del curso escolar, el comienzo del curso político, sin las inauguraciones de los cursos universitarios, sin la vuelta al trabajo de los afortunados que lo tienen, y sobre todo de ese pomposo acto de la apertura del año judicial, lo que provoca en mi cada año un prurito agudo por aquello del boato, cuando lo que debería eran empezar a ponerse de acuerdo, como los árbitros de fútbol, en cómo aplicar, ya no el reglamento, sino las Leyes. Lo digo por aquello de que donde la Ilustrísima Alaya veía gato encerrado, ahora su sustituta, la no menos Ilustrísima señora Bolaños, manda archivar la pieza, y en este caso no es pieza de caza.

Así que propongo que en enero celebremos el comienzo del calendario aquel que propició Gregorio XIII con todo lo que ello significa; y luego en septiembre el resto de los comienzos, y eso que en los últimos tiempos echo en falta aquel bombardeo de anuncios televisivos de fascículos y colecciones que cada año por la sementera se hacían públicos. ¿O será que ya no veo la televisión? ¡Será eso!