Desde
hace algún tiempo se está haciendo viral, aunque yo prefiero lo de popular,
eso de querer reescribir la historia sin
tener en cuenta los momentos en los que los hechos acontecieron.
Unas
veces por aquello de los pensamientos encontrados, otras por querer viajar en
el túnel del tiempo, incluso llegando a embarcarse en la nao Santa María, si
llegara el caso, y devolver al llamado ‘Nuevo Mundo’ todo aquello que
exportamos y desbaratar todo lo que aportamos, incluidas las enfermedades; digo
esto último por aquello de lo viral, ya que en sus orígenes el término
significaba ‘todo aquello que tiene relación con los virus’; después también se
importó al léxico informático para determinar lo que se difunde masivamente por
las redes.
No me atrevo
a dilucidar qué influyó más en aquel intercambio de culturas, riquezas,
conocimientos…, en tiempos de Juan de la Cosa.
Ahora, en
estos tiempos, sí que me atrevo a saber decir aquello que me gusta y lo que no.
En el
mundo de la música, las tradiciones, la gastronomía…; en definitiva todo lo que
cobija la palabra ‘folklore’ en el concepto más docto del término, ha sido un
intercambio de cromos; así tenemos que qué sería del gazpacho sin el tomate,
nuestra tortilla española sin la patata, el trocito de chocolate después de la
cena, incluso nuestra Comarca ‘La Vera’
sin sus plantaciones de tabaco, eso solo por llevarse algo a la boca. El mundo
del flamenco se enriqueció con los cantes de “ida y vuelta”, léase: milongas,
vidalitas, guajiras…
También
es cierto, que en cuestión de ‘animales’ los viejos europeos les enviamos más
que trajimos, unos domesticados y otros sin domesticar, pero a ver quién se
atrevía en aquellos entonces a pasar la ceranda.
Y todo
esto viene a cuento de los días que vivimos; en el puente festivo de los
Difuntos y Todos los Santos también nos ha pasado como con la importación de
los animales, pero al revés; aquí en los últimos tiempos hemos cambiado: el
pedir la ‘chaquetía’ por exigir ‘truco o trato’, hacer el calbote, tocar las campanas durante la noche o el
comer los “tosantos” –frutos secos, membrillos y granadas- por vaciar
calabazas, hacerles unos respiraderos más o menos tétricos y ponerles una vela
para iluminar su alma y así, celebrar el
Halloween; no es que me guste mucho la idea, que sería nada, lo que hago, es
que no lo tomo en consideración.
Yo, estos
días, sigo siendo clásico, visito los cementerios, a lo largo del año también,
como nueces, castañas y hago algún ‘casamiento’. Pero vestirme de payaso, para
hacer el ganso…, otra cosa importada del novísimo mundo que no se me ocurriría
nunca.
¡Con la
excelente labor que hacen quienes son payasos de profesión, tanto en el mundo
de la farándula como en el de insuflar ánimo, y que vengan otros a
desprestigiarla!
No es
menos cierto que estos días, aunque sea vestido de calle y sin su nariz roja,
más de uno también ha hecho el payaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario