El porqué de Poste Cabildo

El Poste Cabildo es un pilar que sustenta dos arcos porticados de la Plaza de Garrovillas de Alconétar. En tiempos fue lugar donde se reunían los muchos clérigos de la villa para tomar decisiones. Algún tiempo después sostenía las espaldas de los jornaleros que esperaban el dedo apuntador para conseguir un jornal. Yo quiero que este Poste sea lugar para mis reflexiones, compartidas o no, e invitaros a criticarlas.


miércoles, 30 de marzo de 2016

Atascados

Hoy toca clase de lengua, como primer deber os voy a poner la conjugación del verbo atascar, empezamos con: infinitivo atascar, gerundio atascando y participio atascado; ¡vale, ya veo que no hace falta ir a la reválida!, aunque tampoco es que sirva para mucho, pero ahí está. Nos vamos a quedar con el participio, situación más que desbordada en estos días de procesiones y viajes ¡a tutiplén!

No hay noticia diaria, por eso de las celebraciones, que no le dedique algún tiempo a la información de los atascos que se producen, principalmente a las salidas y entradas de las grandes ciudades, aunque no es patrimonio de ellas; voy a ver si consigo poneros algunos ejemplos de atascos mayúsculos.

Empiezo por esta mi ciudad de residencia invernal, aquí los “norbanos” o “norbenses”, palabras que he aprendido recientemente como gentilicio de los cacereños, por aquello de Norba Caesarina, hemos tenido varios tipos de atascos; los propios por la llegada de visitantes al reclamo de la Semana Santa declarada de Interés Internacional, los hoteles al 100 %, las plazas y calles abarrotadas, del tráfico mejor me callo, solo recordar que allá por el mes de junio del año pasado, publicaba en crónica digital lo de cortar una de arteria principales de la ciudad que une las dos avenidas de más tráfico en situación normal, imagínense en circunstancias especiales, si a esto sumamos que otra calle que desahogaba un poco la situación, calle San Pedro de Alcántara, ha sido convertida en una inmensa terraza hostelera para descanso y solaz de propios, extraños y prebostes, el atasco está servido.

Incluso en una pequeña localidad como mi pueblo, donde el aparcar coches es arto difícil en condiciones normales, por aquello de la estrechez de las calles, imagínense estos días donde el personal que antes se iba a las playas y a la montaña, ahora han descubierto el turismo rural, aquello era un hervidero, eso sin entrar en pormenores de quererse tomar una cerveza a la hora de “las once”; algunos pensaron el llenar la endorga a base de lúpulos, pitarras y vituallas taberneras y terminaron yéndose a las seis de la tarde salivando cual lebrel tras la liebre. La hostelería en mi pueblo, salvo honrosas excepciones: ¡cero patatero!

No penséis que los atascos son solos urbanísticos, algunos llevan atascados hace ya algunos meses; en este nuestro País llamado “Piedradura”, por aquello de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, parece ser que el atoramiento va para largo, el uno pone los bueyes delante del carro, el otro tiene un carro pero no sabe si le van a dejar conducirlo; eso sin contar con que en sus mismas “casas” tienen atascado hasta el sumidero del corral por si llueve.

Pablo Mármol no deja que “Errejoncito” asome la cabeza más allá del visillo de la ventana y lo tiene enclaustrado tal hermana ursulina en tiempo de ejercicios espirituales; el compañero Pedro Picapiedra está en un sin vivir y no sabe si apretar o abarcar, ya lo dice el refrán: “quien mucho abarca, poco aprieta”, no sabe si mirar al Sur o a la Moncloa, otro atasco monumental, este se llama “atoramiento congresual”.

En “pitufilandia” los azulitos genoveses no tienen ningún atasco que no sea propio de aguas turbulentas, lo último que tenían atascado era la situación de los concejales falleros y han tirado por la calle del medio, los suspenden cautelarmente de militancia pero siguen estando en el grupo como independientes, que me lo expliquen que no lo entiendo.

¡¿Y en la Carrera de San Jerónimo, no hay atasco?! En este caso el atasco es por indigestión, esas que te producen cuando lo que tienes dentro quiere salir pero los esfínteres no están preparados para ello; y apretón de un lado, apretón de otro pero no se consigue poner aquello en funcionamiento, que si voy y compadezco, que si no tengo porqué, que si estamos en funciones…, que nada, que mejor una cucharada de aceite en ayuna a ver si vamos limpiando los intestinos.
  
Ahora bien, de todos los atascos que pululan por doquier, el que parece que va para más largo tiempo y además es el que primero debería solucionarse, es la situación de los desesperados que huyen de la guerra, y que los “señores de esta -la guerra-” no parece que estén dispuesto a comprar ni un mísero desatascador para poner fin a tanto dislate y tantas penurias. Hasta en el Canal de Sicilia hay atascos por barcazas y cuerpos de inmigrantes sirios que vienen en busca de su Dorado.

A grandes males deberían de haber grandes remedios, pero me da a mí que mucho golpe de pecho y mucho propósito de enmienda, cuando lo que se debería era buscar un poco de vaselina y algún desatascador para ir descongestionando los tapones de ponzoña y dando soluciones a los problemas, sobre todo a los que afectan a las personas.


Os dejo para que vosotros mismos decidáis la prioridad de los atascos, posiblemente el mío sea inverso a lo que he expuesto, pero ¡allá vosotros!

Otro día conjugamos el verbo “desatascar” y nos quedaremos con “desatascando” que es geranio; perdón, gerundio.


miércoles, 23 de marzo de 2016

Semana de pasión2

No soy yo quien para hacer, decir y menos escribir sobre el VII Congreso Internacional de la Lengua  Española que se ha celebrado estos días atrás en Puerto Rico, pero como en la fábula guaraní, aquella en la que el colibrí llevaba agua en el pico para apagar el fuego del bosque, yo también, hago mi parte. Con el solo hecho de intentar escribir con la corrección que marca la lengua de Cervantes, tengo bastante, y eso que de vez en cuando me asaltan ciertos fantasmas que me hacen dar un brinco, cierto que sin mucha altura, sobre mi asiento; eso me pasó estos días atrás cuando en un diario regional leí el siguiente titular: “Monfragüe abre un centro de fotografía”, hasta ahí bien; metido en el texto es cuando se me emberrenchino el prurito lingüístico, decía que “se inauguraba el Wildlife & Photo Center…”, y yo me pregunto ¿no es más bonito y más acorde con el entorno decir que “se inaugura un centro de fotografía para la fauna silvestre?” Dejo lo del lenguaje, que ya lo habrán solucionado en el Congreso y además que ya os di la matraca con este asunto en mi anterior sermón.

Hablando de sermón, que es semana propicia para ello y hablando de hablar; estos días atrás en una celebración, otra vez con el cáliz en la mano, alguien decía hablando de cuestiones legales lo siguiente: “es que para eso hay que tener pagado el IBI religiosamente”; mayor contrasentido no cabe, no porque la frase estuviera fuera de contexto o mal construida, no, era por aquello de que precisamente lo de pagar el IBI y lo de religiosamente no parece que sea un matrimonio bien avenido.

Voy a seguir por este camino ya que “la ocasión la pintan calva”.


Metido en harina “semanasantera”, diré en primer lugar y para que quede constancia, que no soy muy devoto de santorales, respeto los gustos, creencias y predicamento de los demás, como también pido que se respeten los míos. De esta semana de pasión me gusta admirar la imaginería y las tallas escultóricas por el valor artesanal que conlleva; me encanta la gastronomía, recuerdo de potajes, escabeches y torrijas; me gusta la saeta y la música de las bandas, no me gusta el uso que se hace del himno nacional; incluso me emociono cuando veo que alguien se emociona por algo que yo no llego a hacerlo… Dicho esto, también hay cosas con las que no comulgo; sigo sin entender, a mis taitanto años, como no somos capaces de separar eso que se llaman Poderes y que en estos días se hace un batiburrillo, -por cierto comida también típica de estos días en mi pueblo-, haciendo un “totum revolutum” entre la Iglesia, el Estado, el Poder Judicial, las Fuerzas del Orden Público, el Gobierno… ¡que mí, no comprender! Eso de que las Cofradías soliciten indultos a penados, cristianos por supuestos, luego el Ministro correspondiente lo propone en el Consejo de Ministros, donde se aprueba para pasárselo al Ministerio Fiscal, para que previo no sé cuantos informes se le conceda el perdón al “Barrabás” elegido, y todo ello en base a una tradición de hace algún tiempo, no lo puedo ni quiero entender; y eso sin entrar en el papel casi de obligado cumplimiento, aun con sentencia en contra del Constitucional, del servicio especial que estos días tienen que hacer las Fuerzas de Seguridad del Estado para rendir honores; entiendo que tengan que estar alerta por aquello de la masificación y los actos públicos, pero lo demás debería ser con carácter voluntario, ¿hay en estos cuerpos personas de otras confesiones? Ahí os quedo eso para que os confeséis con vosotros mismos.
Foto.-Cristina García

Pero no es este el mayor de los pecados de estos días. Nuestros jefes de Gobiernos de esta Europa insolidaria económicamente y socialmente, han hecho un pan como una hostia, a mí entender, con la solución salomónica que han puesto en marcha con el asunto de la devolución de los refugiados, cuantificados como si fueran moneda de cambio por exenciones fiscales y prerrogativas especiales para Turquía y pueda ser acogida en el club de los sin fronteras y aranceles. ¿No estábamos por una Europa sin fronteras? Pues parece ser que alguna empresa de alambradas y concertinas están haciendo el agosto en tiempo de invierno.

Y aquí en este punto me paro y reflexiono: “sí devolvemos a quienes están sufriendo una guerra que algunos han montado y otros están sufriendo, qué hacer con aquellos que amparándose en el “forofismo” futbolístico y empapados en alcohol, como en la Fiesta de Serrat,  se mofan, se burlan y humillan de quienes están en categorías inferiores, -según ellos-, ¿será que estamos creando castas sociales que deberían estar ya en el olvido? ¡”Los intocables”, siempre “los intocables” son los más desfavorecidos!

La semana de pasión de nuestros apóstoles elegidos tampoco está exenta de caídas y coronas de espinas; los unos están en funciones y no aparecen, tal Pilatos en Judea cuando por cobardía se lavó las manos; los del cíngulo morado ya han crucificado a su elegido quedando su mesías plenipotenciario; aquellos que predicaban a los ciudadanos se le ha aparecido la Verónica en forma de Diputada regional portando el paño con los estigmas de la Púnica;  aquellos que pretendía presidir la mesa pascual, los míos que diría una amiga mía, también les ha salido un Judas, gallego también, al final ha tenido que dejar la pesada cruz para que los cirineos correspondientes la soporten en el último tramo hasta el calvario.

El follón de las Fallas mejor lo dejamos para otra ocasión, que ahora con tantos pecados no sé si tendré bastante con una confesión o tendré que fustigarme. 

Ya terminando este mi sermón de semana santa, otra vez los muertos por la defensa de su dios, cuando nada justifica su matar, solo el ser intransigentes y asesinos. Desde aquel Abel que murió a mano de su hermano por ofrecer mejores sacrificios a su dios hasta el día de hoy, ¡cuantos “abeles”  caídos y cuantos “caines” asesinos se cuentan en la Humanidad!

martes, 15 de marzo de 2016

Me queda la palabra

Mil veces utilizado este verso en distintos campos y artes; desde aquel poema de Blas de Otero bajo el título de “En el principio”, pasando por el grupo de música folk “Aguaviva” o aquel concierto memorable de Paco Ibáñez, atreviéndose a declamarlos en francés por aquello de estar en el Olympia.


La palabra siempre debiera ser el bálsamo de Fierabrás, pero hay quien prefiere el “postureo” y el ser teatrero –entendiendo este término en su acepción más coloquial, como aquello que es una actuación exagerada y desproporcionada- antes que darle el verdadero sentido, o por lo menos lo que yo entiendo, sobre lo que encierran en sí esas cuatro palabras.

Esto me viene a cuento por aquella mi última perorata, en la que haciendo un símil con el teatro intentaba endulzar un poco el esperpéntico espectáculo que nos brindaron sus señorías, no me extraña que los leones le estén dando su parte menos noble, aquí pueden ustedes poner el “palabro” que quieran: “pompi”, “culamen”, “trasero” e incluso para los más avezados en los instrumentos de música popular, “pandero”, en definitiva “el culo”, no es para menos. Dejo aquello que nos preocupó en su momento, que no quiere decir que no nos vaya a ocupar más en el tiempo para dedicar esta mi monserga a lo que es el meollo de la cuestión: “la palabra”.

A mí que no me importa hacer ostentación de mis amistades y disfrutes gastronómicos, os cuento el último.

En esta ocasión la familia anfitriona haciendo gala de su relación con Castilla La Mancha, nos ha obsequiado con unas gachas, muchos os preguntaréis ¿y eso qué es? Pues ahí de momento os queda esa nueva palabra. Las gachas, en este caso, es una especie de crema que se realiza con harina de almorta a la cual se le añade algún que otro tropezón, aquí os dejo libre vuestra imaginación, esto lo uno con lo de la palabra porque en el tiempo que tardamos en la preparación, más el deguste, la sobremesa y la despedida, allá cuando los gatos maúllan, salía, como no, el tema de estos últimos tiempos, el de la orfandad gubernativa, y todo lo que aquellos tienen que hablar y no lo hacen, nosotros nos pusimos manos a la obra, tampoco solucionamos nada, pero por usar la palabra no quedó, ronco sigo todavía.

Al día siguiente por aquello de darle un respiro a los intestinos me forcé en la lectura de un libro de mi admirado Alex Grijelmo, “Palabras de doble filo”, para mí uno de los que más y mejor utiliza la palabra, y ya no solo como verborrea, ¡no!, la usa con un academicismo de envidia; de mi lectura, con su permiso, os voy a imbuir algunos retazos.

Algo que se utiliza mucho últimamente, por aquello de querer dar justificación, son los “participios” o “adjetivos verbales”; él baraja que existen ciertas palabras que están dentro del Diccionario, como “ilusionante” o “escuchante”, por lo que están bien dichas; pero del mismo modo existen otras que no están en el Diccionario, como: “cabreante” o “ilusionante”, pero sí en la gramática, ya que provienen de cabrear o ilusionar. Conclusión, el Diccionario es algo que recoge lo que ciertos señores deciden, la Gramática es algo más vivo y que está más en consonancia con los tiempos y las personas.

Siguiendo con esta tesis, comenta que el Diccionario está cerrado a vocablos como “estaribel” cuando se refiere a algo montado provisionalmente para luego ser desmontado, decir “se armó un pifostio” todos lo entendemos, pero no busquen “pifostio” en la RAE porque no aparece; como tampoco están: “trantrán” cuando se juega al mus, “bocachancla” para definir a alguien charlatán, “cotolengo” para referirse a un asilo e incluso lo de “ojiplático” y “rompesuelas” cuando nos queremos referir a que nos hemos asombrado y somos amante del senderismo.

Hace Grijelmo un apartado para lo que llamamos anglicismos, y defiende que no debe ser un mal para el idioma cuando, por ejemplo, el Diccionario nativo se enriquece con términos que se transforman haciéndose propios, ejemplo lo pone con el vocablo “fútbol” castellanizado que proviene de “football”, aunque con algunas diferencias; en España es palabra llana –“fútbol”- y en la América castellanohablante es aguda, “futbol”. Aquí me surge una curiosidad, el término “balompié” compuesto por dos palabras puramente castellanas, sigue apareciendo en clubs de fútbol con cierta raigambre inglesa, ejemplo es el “Club Riotinto Balompié”, que dicen fue el origen del deporte llamado rey en esta nuestra piel de toro traídos por aquellos ingleses que explotaban la mina, ¿será reminiscencia del latín de los romanos?

Del primigenio término fútbol que adaptamos en el Diccionario, se ha incrementado la familia, apareciendo “futbolista”, “futbolero” e incluso “futbolín” como juego de mesa.

Claro que también hay quien puede ver en los anglicismos un deterioro o pérdida de los términos naturales; en este caso, y en los últimos tiempos con el incremento de vocablos informáticos y de redes sociales, cierto es que algunos de los oriundos han pasado a un segundo plano; ejemplos tenemos muchos, el usar “friki” ha hecho caer en el olvido “chiflado” o “extravagante”, el uso de “password” está dando al traste con “contraseña” o “clave”, “coach” está sobreponiéndose a “profesor”, “tutor”, “formador” –y este caso sí que me duele, porque las nuestras son, aparte de más bonita más instructivas-.

Voy a ir terminando con algo que en redes en muy utilizado; se ha españolizado “banear” que podría venir del término inglés “banns” (amonestar, prohibir), pero en este caso yo me voy a tirar por la tremenda y me voy a buscar la raíz “bandido”, y de ahí haciendo elucubraciones me paso a “contrabando” y “contrabandista”, que todo esto tiene cierta relación con el vivir cuasi fuera de la Ley, por esta razón yo prefiero terminar como empecé, con el buen uso de la palabra y sin que mi intención sea el que me “banneen” para no tener que estar fuera de la Ley.

Conclusión final, que siempre me quede la palabra, esté recogida o no en el Diccionario, ellos que las recojan y el pueblo que haga Gramática.


miércoles, 9 de marzo de 2016

Acto segundo

Como se preveía, la segunda de abono para confirmar alternativa, acabó  como empezó, ni un solo trofeo en las espuertas, que en esta ocasión no apareció, la espuerta, ni para repintar las líneas de los tercios con cal blanca.

Lo que hubo fue una transfiguración y el coso taurino se convirtió en corral de comedias a modo de aquellos del siglo de oro español.

Como en el espectáculo anterior se agotaron las localidades, la platea abarrotada, las galerías intermedias al completo y el gallinero, que algunos despreciaron, con sus invitados preparados para el divertimento. La obra a representar “El alcalde de Zalamea”.

El primero en aparecer en la escena Pedro, el Pedro Crespo, aquel al que Calderón de la Barca le diera el papel de alcalde de Zalamea  y lo convirtiera en protagonista y personaje principal de la representación, el más importante. Su papel consistía en representa la obra dramática en cuestión, esa obra que se encuentra en conflicto y en la que el intérprete siempre trataba de buscar la solución del problema de buena manera. El personaje quería que el público se identificara con su papel e intentaba ponerlos a todos, por lo menos a la mayoría, de su lado. Como sabemos “La vida es sueño” que escribiría en otra ocasión el sacerdote madrileño.

El segundo en entrar en escena por orden de aparición fue Rebolledo.

Rebolledo es el personaje encargado de poner el toque cómico a la obra, tirando de la socarronería y queriendo aparentar gracioso cuando en verdad, a medida que su intervención se alargaba, esta se convertía en tragedia épica; entre sus objetivos estaba el del enaltecimiento de la soldadesca y querer justificar su papel en la representación como elemento principal, cuando el Rey le había dado la posibilidad de ser el protagonista y el hizo “mutis por el foro”.

Sin descanso para entremeses apareció Don Álvaro de Ataide.

El tal Álvaro es el capitán de parte de las tropas de Lope de Figueroa (militar que se aloja en casa de Pedro Crespo). 

Este personaje es quien en la obra calderoniana rapta, viola y abandona en el campo a Isabel (hija de Pedro Crespo). En esta nuestra representación a Don Álvaro le PODEMOS dar el papel de representar la soberbia y la ambición, lo que le lleva a cometer un acto cruel, desvergonzado y brutal. Incluso cuando Pedro Crespo es nombrado alcalde del pueblo intenta que page su pecado, y convencerle de que se case con su hija para arreglar el asunto; nuestro personaje tal cual aquel, se niega por parecerle humillante casarse con una villana, y sobre todo porque no le teme al castigo y cree encontrarse en poder de la única verdad. Previsible es que el destino, por la arrogancia y los desmanes cometidos, no lo quede sin castigo. Aunque en una parte de su representación cambió el papel de Lope de Figueroa por el de Celestina, aquella que en la obra de Fernando de Rojas hace el papel de trotaconventos ofreciendo su tálamo a Calisto y Melibea.


Un personaje que en la obra original no parece tener mucha relevancia es Don Mendo, en aquella se limita a ser pretendiente de Isabel, hija de Pedro Crespo, representando el papel de hidalgo noble y que con un trato cortes y educado quiere entrar a formar parte de la familia del alcalde; en este nuestro caso si adquiere relevancia al representar el papel de quien pone de su parte todo lo posible para que el drama no se convierta en epopeya. Esperemos, que igual que en la obra desaparece su importancia a medida que esta avanza, y las cuestiones se van tornando serias; en este nuestro caso, aunque solo sea por las ganas y las composturas, cuando se baje el telón salga a saludar entre los actores del reparto. ¡Uy!, aquí me ha traicionado las ganas de solución sobre los sentimientos. 

Algún que otro actor secundario también sale a escena y aparece entre bambalinas sobre el escenario; algún criado, el hijo de Pedro Crespo con su arrogancia por la juventud, el escribiente, los soldados con sus algarabías preconcebidas…, incluso en la vida real (Parlamento) parece haber un déficit de representación de mujeres igual al de la obra, aunque alguna “Chispa” con su toque socarrón y particular también se subió al entarimado.

Al final tuvo que aparecer Patxi Lope de Figueroa, en su papel de venerable conciliador, para poner un poco de orden entre los intervinientes ya que la soldadesca estaba empezando a tirar los chambergos al aire y sacando los pies de las alforjas, a lo que remedando a José Zorrilla por boca de su personaje Don Juan Tenorio, el más popular de los personajes del Romanticismo, verbalizó aquello de: “¡cúal gritan esos malditos! ¡Pero mal rayo me parta si en concluyendo esta carta no pagan caros sus gritos! Y se bajó el telón.

La cosa queda en que el Rey Don Felipe II (que casualidad ni que lo hubiera yo hecho a propósito) sea al final el que por su autoridad maneje las tramoyas y ¡a otra cosa mariposa! 


Teniendo este pendolista entre sus orgullos el de ser natural del lugar en el que se rodó, hace algún tiempo ya, el alcalde de Zalamea dirigido por Mario Camus y donde tenemos unos de los pocos corrales de comedias a imitación de los del siglo de oro, solo me queda terminar con la consabida frase, que aunque parezca escatológica, en el teatro parece ser que es augurio de buena suerte:


“Mucha mierda”.

jueves, 3 de marzo de 2016

Devuelto a los corrales

Hacía algún tiempo que no me sentaba delante del televisor para presenciar un espectáculo taurino. Este estaba siendo anunciado a bombo y platillo desde hacía bastante, se preveía que la diversión estaría asegurada, si bien, los trofeos que podrían cosechar los “maestros”, no parecían que fueran a ser muy en consonancia con las expectativas y con las ganas que tenía el público en general de que aquello terminara en puerta grande.

La plaza hasta la bandera, desde el tendido bajo a las andanadas, incluso el callejón tenía todos los burladeros ocupados.

El cartel, en esta ocasión, lo componían cuatro espadas; uno de ellos se exponía a tomar la alternativa, “Pedrito de Tetuán”; el que oficiaba de padrino y pasaría los trastes era “Callaíto de la Moncloa”; serían testigos de la ceremonia Pablo Manuel “Moraito” y Alberto Rivera “Riverita”.

Como corresponde en estos casos el primero en intervenir fue el “toricantano”, Pedrito de Tetuán; la faena como se esperaba, si bien se notaba que estaba más por utilizar la derecha y en redondos que irse por la izquierda con naturales, aunque intentó hacer su trasteo tocando todos los terrenos no consiguió que los tendidos de sol, más dedicados a la música y al alboroto, le dedicaran ni un solo aplauso, y eso que intentaba arrimarse, pero el terno quedó impoluto a la espera de la confirmación de la alternativa.

Quien hacía las veces de padrino, “Callaíto de la Moncloa”, aun siendo a la fuerza, salió al ruedo con la intención de hacer una faena de aliño y aunque su cuadrilla estaba al completo se notaba que estaba necesitando un último empujón para dejar paso a su sobresaliente. La faena estuvo plagada de pases de castigo con algún que otro desplante, se notaba que las últimas temporadas habían hecho mella en su estilo y que había abusado de los burladeros y del tancredismo.


El público esperaba la intervención del tercer interviniente, Pablo Manuel “Moraito”, estaba expectante con lo que pudiera ofrecer en su repertorio, si bien se preveía que intentara meter en el burladero al “toricantano” y obligarlo a saludar con él montera en mano. Vestía de corto, forma poco usual para ser su puesta de largo. Su faena, más que de conocimiento del arte de Cuchares, fue una demostración de puyazos y puestas en práctica de cómo poner banderillas en todos los terrenos, consiguió poner en pie a sus admiradores y que le pitaran los del tendido de enfrente.

El cuarto de los maestros en saltar al ruedo, aunque bisoño en la plaza, se le notó desde un principio que su intención era ayudar a quien se había arriesgado a tomar la alternativa, incluso haciendo con él algún que otro pase “al alimón” cuando le invitó a hacer un quite, dio un par de restregones y apretó contra la barrera a los de su suerte natural; procuró con buen aseo tanto con el capote como con la franela arrimar el toro a sus terrenos, sabiendo de antemano que corría el riesgo de quedarse con el estaquillador en la mano, como así fue.

Saltaron al ruedo otros sobresalientes y miembros de cuadrillas que se limitaron a hacer público lo aprendido en sus escuelas taurinas, incluso alguno se llevo trofeo en forma pico; mucho trasteo por bajo pero  sin riesgo, solo se apreciaba el querer  arrimar el toro a las tablas con intención de hacer doblegar al morlaco.

Los maestros abandonaron la plaza por la puerta de cuadrilla, cada uno de ellos acompañado por estas.

El Presidente bien, aunque en algún momento de la lidia tuvo que sacar algún pañuelo rojo para poner banderillas de castigo y al final terminó sacando el verde para devolver el toro a los corrales y emplazar en pocas horas a los mismo en el mismo coso para intentar terminar la faena y dar el espectáculo por concluido. Se espera nuevamente que cuelguen el cartel de: “no hay billetes”.


miércoles, 2 de marzo de 2016

Refranero sabio

Cierto es que el refranero además de sabio tiene soluciones para todos los gustos, como los años bisiestos son cada cuatro, aunque a algunos desde hace tiempo nos parezcan dos, pues da como resultado refranes a tutiplén, de la larga retahíla de ellos me he quedado con aquel que dice: “año bisiesto, año siniestro”. ¡No me digáis que no nos viene al pelo!

De las muchas y variadas acepciones del término “siniestro”, si eliminamos que es aquello que utilizan las compañías de seguros para cabrear a sus clientes cuando estos tienen un verbigracia y éstas dan largas para evitar el reconocimiento del mismo; o aquella otra que relaciona el vocablo con todo lo referente al lado izquierdo, nos podemos quedar con aquello de “perverso, avieso y malintencionado”. ¡Verdad que nos viene como anillo al dedo!

El asunto es que no solo se refiere al mes que hace que el año sea más largo de lo habitual, no, los adjetivos se hacen extensibles a los 366 días, así que vayan ustedes acomodándose para los que nos viene encima, porque yo no cejo en mi empeño de no hablar de aquello que lo tienen que hacer otros, pero por largo que sea el año, más largos serán los desencuentros.

Hoy mis sufridos me vais a permitir una de asilados, pero no de refugiados humanos, no tengo yo ni capacidad ni el cuerpo para hacer un hueco en mi perorata para a quien les deberían hacer hueco más allá de donde lo hubiera; que lejos nos queda cuando algunos tuvieron que salir vía otros países por aquello de los enfrentamiento y el querer hacer rentables las empresas de mosquetones y lanzallamas; mejor lo dejo que me caliento y termino como este último artefacto de achicharrar.

Quiero referirme a esos refugiados que hemos ido dando asilo aquí en este nuestro terruño, que no estaría mal si esto no fuera en perjuicio de los oriundos.

Del primero que se empezó a sospechar, en época moderna, fue del cangrejo americano, esa especie alienígena que ha diezmado a nuestro cangrejo ibérico, y es que hasta el nombre me gusta más el nuestro, ¿será porque todo lo ibérico tiene un punto patriótico/cercano?, ¿o por aquello del regusto del entreverado? ¡"Entrevelao" que diría un paisano! De todo puede ser. Pues ahí anda el americano haciendo conquista y llevándose al huerto al nuestro. De cualquier manera una buena cazuela de cualquiera de ellos bien condimentada con su regusto a cayena y acompañada con el “vinate” de rigor, bien merece un “parlao”, bajo chabuco o a teja vana.


Lo que no le acabo yo de ver la punta es al camalote o jacinto de agua, que llaman otros para dulcificar el nombre; si para algunas cuestiones estamos defendiendo la globalización por aquello de los mercados y las comunicaciones, resulta que aquí nos ha cogido el toro, y una planta originaria principalmente del continente americano, leamos en este caso cuencas del Amazona y Plata, por aquello de la globalización de la temperatura de las aguas, se nos ha colocado en nuestros ríos, principalmente en el Guadiana; y aquí estamos sin saber qué hacer con ella, lo que parece ser que tiene propiedades depurativas para el agua donde se asienta, va en detrimento tanto de la flora como de la fauna de nuestras aguas, otra vez estamos a vuelta con lo ibérico y lo royal, que por cierto lo que hoy se conoce como carpa royal también en su época fue especie invasora, en este caso de Asia y traída según me cuentan, por los romanos, otros que también tuvieron el placer de invadirnos.

Pero a lo que iba, que el camalote campa a sus anchas por estas nuestras aguas, que desde aquí, Junta de Extremadura,  se le solicita al Gobierno Central que intervenga la UME (Unidad Militar de Emergencia) y desde allí responden que no está dentro de nivel requerido para estos casos; blanco y en botella, que pueden ser muchas cosas o ninguna. Vendrá alguien que sea capaz de transformar el camalote en algo rentable y entonces desaparecerá y lo robaran como hacen con las aceitunas, sino al tiempo.


¡No penséis que he terminado con la invasión de exóticas! Lo penúltimo es la “almeja asiática”, ¡es que nos cogen por todos los lados! Esta “cosita” que dicho así se podría servir para preparar un buen arroz bomba, también de las Vegas del Guadiana, resulta que me trae a mal traer a los regantes del mismo; su larva al ser diminuta se introduce por entre las acequias y tuberías obstruyendo estas, con el consiguiente perjuicio y deterioro de las infraestructuras, y ahí tenemos a nuestra CHG (Confederación Hidrográfica del Guadiana) y a sus regantes buscando soluciones para su erradicación. Y eso que todavía no ha aparecido por estos lares lo que se conoce como “mejillón cebra”, otra especie intrusa y que nada tiene que ver con el popular “mejillón colorao”; estaremos a la expectativa.

Si de comida, mesa, mantel y esnobismo hablamos, qué me dicen ustedes de esa costumbre reciente, pero viral que se dice ahora, de hacer fotografía con el teléfono móvil de todo lo que se pone sobre mesa y mantel, a esto lo llamo yo "gastrofoto".

Permitidme ejemplo particular, pero que seguro que a todos ustedes les ha ocurrido, sino es que lo practican también, yo no soy mucho de ello por no decir nada. En un local de restauración con la familia, recientemente, observaba que de cuando en vez una luz de flas iluminaba la estancia, pensé  lo que todos imagináis, alguien está haciendo fotografía de los platos y bebidas para mandar vía wasap (aquí tenemos otra intrusión, en este caso del lenguaje) a sus contactos, pero lo que no imaginaba es que al girarme me lo encontré subido en la silla haciendo las fotografías en formato cenital. ¿Qué no se lo creen?, yo tampoco me lo creía, de hecho pensé que eran los efectos del de Ruedas; pero nada, allí estaba el buen señor, móvil en ristre, más alto que ancho pegando fogonazos cual Buster Keaton en “El maquinista de la General”.

Ni que decir tiene, que con eso de llevar el “internete” adherido al índice nos ha hecho perder hasta el gusto de las discusiones largas y dejarlas pendientes hasta el día siguiente; ahora siempre aparece alguien que se calla, agacha la cerviz, busca en el buscador de buscadores y ¡zas! en todo el morro, se fastidia la discusión y para celebrarlo otro lingotazo.

Refranero de bisiesto: “año bisiesto, ni aquello ni esto”.

Para terminar sin discutir, como empecé, pongo mi fin.