El porqué de Poste Cabildo

El Poste Cabildo es un pilar que sustenta dos arcos porticados de la Plaza de Garrovillas de Alconétar. En tiempos fue lugar donde se reunían los muchos clérigos de la villa para tomar decisiones. Algún tiempo después sostenía las espaldas de los jornaleros que esperaban el dedo apuntador para conseguir un jornal. Yo quiero que este Poste sea lugar para mis reflexiones, compartidas o no, e invitaros a criticarlas.


domingo, 12 de febrero de 2017

El superávit de Extremadura. Publicado en diario HOY 11/02/2017

La generación de energía eléctrica es de las pocas cosas de las que podemos alardear de tener superávit, y encima no nos aprovechamos.
Uno de los tópicos de esta nuestra Comunidad es aquel que dice que: «somos la Comunidad con más kilómetros de costa de agua dulce», y así es, son más de 1.500 kilómetros.
Muchos de estos miles de hectómetros cúbicos de agua están embalsados con un objetivo crematístico, el de producir energía eléctrica para la venta de la misma, siendo el embalse más significativo, tanto por el volumen de agua, 3.162 hectómetros cúbicos (Hm3), como por potencia instalada, 916 megavatios, el de Alcántara, esta potencia supone aproximadamente el doble del total que suministra la Compañía en nuestra Comunidad.
Si a esto sumamos los 500 MW que tiene instalada la Presa de Cedillo, más alguna que otra, como el pantano de La Serena; llegamos a sumar 2.292 MW de potencia en centrales hidroeléctrica, siendo más del 58% del total de la demanda de la Península; no me digan ustedes que no tenemos superávit en generación y venta de lo que hoy es producto de primera necesidad.
Todo esto que está datado y bien datado por este mundo de las redes sociales, podría dormir el sueño de los justos si no fuera porque durante estos últimos días se ha convertido en popular, -viral que dirían los superguays- las subidas y bajadas de la luz; aunque como otras energías, subir suben, pero bajar…, al contrario de aquella Ley que formuló un tal Isaac Newton.
Nos han bombardeado con mil y una justificaciones por todos los medios, nos han llamado a casa para proponernos el cambio de suministradora a mejor precio, han salido incluso algún pronosticador implorando al dios de la lluvia con el fin de modificar a la baja unos céntimos el kilovatio.
Bien, a la vista del exceso de luz que aportamos los extremeños, este pregonero va a proponer una ILP (Iniciativa Legislativa Popular) a fin de que: «a los contribuyentes de esta Comunidad nos hagan como con la declaración de la renta, que cuando nos sale a devolver nos ingresen en cuenta el valor en euros de los kilovatios que nos corresponda per cápita».
Eso sin contar lo que aportamos con nuestra central lechera regional, esas dos inmensas ubres blancas como la leche, que a pecho descubierto nos saluda cuando entramos por tierra de Campo Arañuelo y que beben del embalse de Arrocampo. Ellas solitas con sus dos reactores generan más de 2.940 MGW. del total de los 7.416 MGW de todo el País, ¡sumemos!
Si hay que aprovechar el agua se aprovecha, que es un bien escaso por estar tierras, pero a mí me gusta más el provecho que se hace del Canal de Montijo, que da gusto ver esos frutales cuando viajo por «la onírica autovía del nunca jamás».

Como llover ha llovido, esperemos que baje la luz; eso sí, me gustaba más aquel Mariano Medina de isobaras con tiza y pizarra que el chaman actual.

sábado, 28 de enero de 2017

Mi secreto del agua desvelado. Publicado en Hoy 28-01-2017

Como aquel protagonista de la novela «zafoniana» al que un libro se le apareció en el «cementerio de los libros olvidados», me ha pasado a mí con el recientemente publicado «El secreto del agua» de Martín Tamayo.
Novela que se desarrolla al albur de un pantano en época de florecimiento de estos bajo las directrices de los capitostes del momento.
Yo quiero contar mi secreto, que no es tanto, de otro pantano, este tan real como la vida misma.
El mío se conoce como «embalse de Alcántara», e igual que el novelado inunda las tierras de Encinares contraviniéndolo todo, incluso a costa de alguna pérdida humana, en el caso del Pantano de Oriol, lo que se perdió fue la zona más rica de los alrededores de Garrovillas de Alconétar, y no solamente por los cultivos de algodón, tabaco, maíz…, de su vega, que era zona de sustento de los pueblos próximos, también porque bajo sus aguas se quedó parte del pasado e historia garrovillana.
Poco antes que se produjera la inundación, en las inmediaciones de lo que se conocía como «parador de la Magdalena» se estuvo trabajando en las excavaciones arqueológicas de una basílica paleocristiana del s. V, y aunque se trasladó de lugar el puente Mantible, las aguas inundaron zonas donde aparecieron una espada de bronce y una cruz con láurea de mármol que se conoce con el nombre de «cruz de Alconétar», hoy se encuentran ambas en el Museo Arqueológico Nacional.
Para recordarnos que fue aquella zona quedó de vigía la Torre de Floripes, por donde, según la leyenda, flotan los barriles de Fierabrás, aquellos que Alonso Quijano pedía para él curar sus heridas.
También están bajo las aguas los restos de lo que fue un puente para el ferrocarril, construido en 1881 y dirigido por Gustave Eiffel, autor igualmente de la famosa torre de París.
Cuando se cerraron las compuertas del Pantano de Alcántara se finiquitó el sustento de muchas familias que tuvieron que coger la maleta y montarse en el tren que habían visto pasar tantas veces, tren que, por decisión de los prebostes del momento, alejaron de Garrovillas por miedo a que las chispas de las locomotoras incendiaran sus tierras, tierras que hoy están yermas.
Bajo las aguas también está una industria de baldosines que se nutría de las aguas y la arena del padre Tajo, arena que servía de playa a muchos junto al Mantible, e incluso en un otero había una escuela que acogía a los hijos de los braceros de la zona.
Pero al contrario de la novela de Tamayo, aquí nadie se indignó, todos dieron por bien empleado aquel «pan para hoy y hambre para mañana» que ha hecho que una población que llegó a los 6.000 habitantes hoy esté en poco más de 2.000, y que aquellas aguas bravas, limpias y curativas del Tajo se hayan convertido en aguas remansadas, turbias y tranquilas, como los hombres de mi tierra.

Aquel pan de muchos lo convirtieron en luz de pocos.